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Martín Salinas
Ciudad natal: San Pedro de Jujuy, Argentina
Educación: Ingeniería Química, 2005 y Doctorado en Biología, 2010, Universidad Nacional de Tucumán
Puesto actual: Co-fundador y jefe de tecnología (CTO) en Moolec Science
Empresas creadas: Dos, Moolec Science y Phoenxt
Mejor consejo profesional recibido: Ten empatía y recuerda los nombres de la gente
Un mentor memorable: Nora Perotti, mi director de tesis, que me enseñó a combinar los principios de la ingeniería química y la biología
Grupo favorito: Nick Cave y los Bad Seeds
soy: Argentino
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Natalia Gorojovsky
Ciudad natal: Buenos Aires, Argentina
Educación: Licenciada en Bioquímica, Especialidad de Biotecnología, Universidad de Buenos Aires, 2012
Puesto actual: Estudiante de Doctorado en Ingeniería de Proteínas en el grupo de Patricio Craig, y enseñante de Genómica, Biotecnología y Bioinformática en la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Buenos Aires
Molécula favorita: La polimerasa, el copiar y pegar de la naturaleza. Gracias a sus errores existe la diversidad
Qué me recuerda a casa: El olor de la hierba mate mezclada con piel de naranja
Un Proyecto divertido: Llevar un diario de las preguntas más fantásticas de mi hija
soy: Argentintian
La nueva iniciativa de Martín Salinas puede revolucionar la ciencia, los negocios y la legislación, todo al mismo tiempo. Es el co-fundador y jefe tecnológico (CTO) de la empresa Moolec Science, una spin-off del grupo Bioceres. Salinas y Moolec lideran el campo de las “granjas moleculares”, una tecnología que permite producir proteínas animales en plantas y que puede provocar diferentes cambios en la regulación sobre alimentación. Natalia Gorojovsky conversa con Salinas sobre sus motivaciones, así como los retos que ha encontrado para crear una empresa de biotecnología en Latinoamérica.
Esta entrevista ha sido editada por motivos de claridad y brevedad.
Martín Salinas
CIUDAD NATAL: San Pedro de Jujuy, Argentina
EDUCACIÓN: Ingeniería Química, 2005 y Doctorado en Biología, 2010, Universidad Nacional de Tucumán
PUESTO ACTUAL: Co-fundador y jefe de tecnología (CTO) en Moolec Science
EMPRESAS CREADAS: Dos, Moolec Science y Phoenxt
MEJOR CONSEJO PROFESIONAL RECIBIDO: Ten empatía y recuerda los nombres de la gente
UN MENTOR MEMORABLE: Nora Perotti, mi director de tesis, que me enseñó a combinar los principios de la ingeniería química y la biología
GRUPO FAVORITO: Nick Cave and the Bad Seeds
SOY: Argentino
Crédito de la imagen: Cortesía de Martín Salinas
Natalia Gorojovsky: Lo primero de todo: Moolec, ¿cómo se pronuncia?
Martín Salinas: “Mu-lec”. Viene de “granja molecular”, pero le añadimos el sonido “mu”, como una vaca, porque nuestras plantas pueden producir proteínas animales, como proteínas de cerdo. De hecho, nuestra soja tiene un color rosado.
NG: OK, lo entiendo. ¿Y qué son exactamente las granjas moleculares?
MS: Las granjas moleculares usan plantas como si fueran biorreactores. Podemos editar el genoma de las plantas para que produzcan moléculas interesantes, bien sean enzimas o proteínas. Puedes usar a la propia planta como huésped y como productor, es un proceso muy similar a la fermentación microbiana. Puedes pegar pedacitos de genoma en una planta y ésta se encargará de traducirlo y fabricar el producto codificado. Luego es cuestión de aislarlo y comercializarlo.
Una de las ventajas de las granjas moleculares es que utilizan la luz solar como fuente de energía y el dióxido de carbono como fuente de carbono: resulta que la fotosíntesis es un método muy eficiente para producir moléculas. Por pura intuición, puedes ver las ventajas de las granjas moleculares. Para hacer lo mismo con bacterias y fermentación necesitas un reactor, motores, medios de cultivo y aire, como mínimo, y eso es sólo para mantener vivos a los microorganismos.
Nuestras plantas pueden producir proteínas animales.
NG: ¿Cómo podría usarse esta tecnología para mejorar la comida humana?
MS: La gente piensa que la comida vegetariana de hoy en día es saludable. Pero, a menudo, necesita muchísimos ingredientes ultraprocesados, solo para conseguir el sabor de la comida real. Y todo esto, a la larga, no es sano.
Por ejemplo, imagina que eres una empresa que fabrica hamburguesas vegetarianas. Necesitas por un lado proteína vegetal texturizada y, además, un montón de ingredientes para simular el sabor de la carne. Nosotros queremos reemplazar todo eso por un sólo producto. Esta idea nos hace únicos.
Nuestra tecnología está incorporada en el “grano”, en el cereal. Luego se utiliza el proceso tradicional de molido, donde simplemente se reemplazan las materias primas habituales por granos modificados. De esta manera, el producto final estará potenciado por nuestra tecnología.
NG: ¿Cómo acabó fundando una empresa en este sector?
MS: En 2011, la macroempresa agrícola latinoamericana Bioceres empezó una de sus primeras granjas moleculares: querían producir quimosina, una enzima muy utilizada por la industria quesera, en semillas de cártamo. Necesitaban un ingeniero para escalar la producción y mi perfil encajaba muy bien: soy ingeniero químico, pero tengo una tesis en biología y experiencia en procesos de biotecnología. Era perfecto.
Conseguimos el permiso para comercializar la quimosina en todo el mundo, todo un hito para nuestra industria porque creamos, gracias a la colaboración con las agencias reguladoras, el proceso adecuado para aprobar estos productos para el consumo.
Poco después, nos planteamos los siguientes pasos para las granjas moleculares. Una de mis primeras ideas fue fabricar los factores de crecimiento que necesitan en la industria de la carne “cultivada”, porque hasta entonces necesitaban productos derivados del suero bovino. Y claro, utilizar productos animales no es una situación ideal para una empresa vegetariana, así que buscamos una solución para poder desarrollar estos productos en nuestras “granjas”.
Discutiendo este tema, nuestro CEO y cofundador Gastón Paladini sugirió fabricar directamente proteínas animales. Con su ayuda y la de Henk Hoogenkamp, nuestro experto tecnología alimentaria y co-fundador, creamos esta start-up. Así nació Moolec.
NG: ¿Cuál fue el avance más importante para hacer posible la tecnología de Moolec?
MS: Nuestra experiencia en este campo nos permitió encontrar una combinación ganadora para regular la expresión de ciertos genes que maximizaban la producción de proteínas animales en plantas. Ahora somos capaces de cultivar soya con proteína animal, un producto bastante interesante porque requiere muy poco procesado posterior.
NG: Parece una solución bastante “integrada” para la producción de comida. Me gustaría preguntarle algo relacionado con mi investigación: mi tesis se centra en el desarrollo de complejos multienzimáticos para degradar celulosa de forma más eficiente. He conseguido clonar y expresar bastantes celulasas, pero me parece muy difícil decidir qué enzimas incluir en mis sistemas. ¿Cómo eligieron qué proteínas expresar en Moolec?
MS: En Bioceres teníamos programas para investigar celulasas, pero nunca llegaron demasiado lejos.
Es una pregunta importante. Para elegir las proteínas, decidimos ir por el mango más bajito: proteínas con la mayor funcionalidad posible, independientemente de cómo se plieguen y se desnaturalicen durante la producción.
Aun así fue muchísimo trabajo, pasamos casi un año seleccionando las proteínas para que tuvieran una funcionalidad robusta, pero también las características adecuadas en cuestión de color, sabor y experiencia sensorial.
NG: ¿Qué proteínas escogieron al final?
MS: Una de ellas es la mioglobina de cerdo. Confiere color a nuestros productos y mejora la funcionalidad de las proteínas de soya, como su perfil nutricional. Y conseguimos expresarla bastante bien, con más de un 20% de proteína soluble.
Empezamos con algo simple. Ahora que está patentado y funciona correctamente, queremos ser un poco más ambiciosos con las proteínas, pero todavía no puedo contar nada al respecto por temas de confidencialidad.
NG: ¿Qué otros retos se han encontrado al crear Moolec?
MS: ¡Muchísimos! En los últimos dos o tres años vimos que el mercado no estaba preparado para nuestra tecnología, no era nada receptivo a la idea. Esto provocó problemas cuando presentábamos la empresa para, por ejemplo, conseguir financiamiento. Pero al final lo conseguimos, ahora Moolec está en bolsa.
Ahora tenemos que tratar de equilibrar las expectativas de nuestros clientes con las de nuestros inversores. Otro reto es mejorar la percepción que tiene el público del producto, así como trabajar con las agencias reguladoras para aprobar estas proteínas trasformadas genéticamente en algo apto para el consumo humano.
MS: Lo es. Pero poco a poco vamos consiguiendo pequeñas victorias: el Departamento de Agricultura de los EE.UU. acaba de dar luz verde a la producción de nuestras primeras proteínas de granja molecular.
Somos pioneros en este campo, todavía recuerdo cuando Bioceres era la única empresa trabajando en el campo. Ahora, se ha puesto muy de moda, y muchas empresas están intentando producir proteínas en plantas y son ambiciosas: algunas quieren fabricar proteínas lácteas, que son bastante más complejas. Nos encanta ver cómo crece el interés por esta tecnología.
Natalia Gorojovsky
CIUDAD NATAL: Buenos Aires, Argentina
EDUCACIÓN: Licenciada en Bioquímica, Especialidad de Biotecnología, Universidad de Buenos Aires, 2012
PUESTO ACTUAL: Estudiante de Doctorado en Ingeniería de Proteínas en el grupo de Patricio Craig, y enseñante de Genómica, Biotecnología y Bioinformática en la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Buenos Aires
MOLÉCULA FAVORITA: La polimerasa, el copiar y pegar de la naturaleza. Gracias a sus errores existe la diversidad
QUÉ ME RECUERDA A CASA: El olor de la hierba mate mezclada con piel de naranja
UN PROYECTO DIVERTIDO: Llevar un diario de las preguntas más fantásticas de mi hija
SOY: Argentintian
Actualmente, Natalia Gorojovsky se dedica de desarrollar celulosomas artificiales, siempre con una mente abierta a aprender cosas nuevas. Es también la mamá de Mila.
Crédito de la imagen: Cortesía de Natalia Gorojovsky
NG: ¿Cree que Latinoamérica es un buen sitio para empezar una empresa que trabaja en modificación genética? ¿Aceptamos mejor los organismos transgénicos?
MS: Yo creo que sí. Europa es una de las zonas con más restricciones en este tema, pero en el continente americano, incluidos los EE.UU., somos mucho más receptivos, sobre todo en Latinoamérica porque producimos cultivos mucho más eficientes, especialmente en países como Argentina y Brasil.
NG: También ha co-fundado otra empresa, Phoenxt, para reciclar productos textiles. ¿Cómo cree que su sangre argentina ha influido en su carrera como emprendedor?
MS: Los latinoamericanos estamos acostumbrados a lidiar con condiciones adversas. Esto nos da una creatividad única para sacar adelante proyectos que, a priori, parecen imposibles.
Cuando alguien nos da una tarea complicada, intentamos solucionarla como sea. Así que, en cierto modo, creo que es una ventaja ser un emprendedor latinoamericano.
NG: Con la tradición cárnica de Argentina, tierra de los asados, no deja de ser curioso que esté intentando fabricar plantas modificadas. ¿Hay alguna parte de filosofía vegana detrás de todo esto?
MS: Creemos que nuestra tecnología puede complementar a la industria cárnica tradicional. No queremos competir con ellos sino, simplemente, tratar de reducir un poco la huella ecológica del consumo de carne.
NG: ¿Diría que los problemas medioambientales han guiado su carrera?
MS: Estamos viviendo un momento donde nos enfrentamos a unos retos medioambientales grandísimos. Las generaciones pasadas tenían la excusa de la ignorancia, no sabían el impacto que tendrían sus acciones en el medioambiente. Pero yo pienso en mi hijo de siete años y no podría mentirle, decirle que “no conocía las consecuencias.” Su generación va a sufrir unos problemas ambientales terribles y me gustaría poder mirarle un día y decir: “Lo hice lo mejor que pude.”
Traducido al español por Fernando Gomollón Bel para C&EN, con revisiones de César A. Urbina-Blanco. La versión original (en inglés) de este artículo se publicó el 20 de septiembre de 2024.
Chemical & Engineering News
ISSN 0009-2347
Copyright © 2024 American Chemical Society
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