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El laboratorio de Juan Paulo Hinestroza incluye vestidos hechos por ex estudiantes de diseño de moda además de los elementos habituales de un laboratorio quimico.
El químico Juan Paulo Hinestroza encuentra inspiración para su investigación en los dibujos animados de superhéroes que veía de niño en Colombia. En la década de 1970, la licra no existía todavía, sin embargo, los creadores de la “Liga de la Justicia” inventaron un uniforme flexible y adaptado a la figura de Flash que le permitía correr a velocidades sobrehumanas.
Ficha
Ciudad natal: Bucaramanga, Colombia
Educación: Licenciado en Ingeniería Química, Universidad Industrial de Santander, 1995; Doctor en Ingeniería Química y Biomolecular, Tulane University, 2002
Puesto actual: Profesor Rebecca Q. Morgan ’60 de Ciencia de Fibras y Diseño de Moda, Cornell University
Consejo profesional: Sé fuerte y busca el lado positivo de las cosas
Un libro inspirador:Cien Años de Soledad. Cada vez que lo leo descubro una nueva faceta de mi identidad latina
Un proyecto divertido: Estoy aprendiendo mandarín y es divertidísimo. Sigo a un chef chino en redes sociales y disfruto cocinando recetas cantonesas siguiendo sus recetas, mientras aprendo el idioma al mismo tiempo.
Soy: Latino
Actualmente, Hinestroza lidera el Laboratorio de Nanotecnología Textil de la Universidad de Cornell y sueña con dotar de superpoderes a la industria de la moda. En su laboratorio, donde trabaja con químicos, ingenieros y diseñadores, combina la nanotecnología con el diseño de moda para crear telas con características únicas, como los cambios de color o la capacidad de filtrar gases tóxicos.
Durante su infancia en Bucaramanga, una ciudad montañosa en Colombia, Hinestroza disfrutaba leyendo libros sobre otros países y soñaba con viajar por el mundo. “Pronto me di cuenta que siempre aparecían tres letras al lado del nombre de los autores: PhD,” recuerda. Durante sus estudios universitarios en Colombia, hizo una pasantía en la filial colombiana de Dow, donde trabajó como gestor de proyectos e ingeniero de procesos. Este trabajo dio un empujón a su carrera como investigador. “Todo el tiempo me preguntaba el porqué de las cosas, así que mi supervisor me sugirió hacer una tesis doctoral y encontrar las respuestas.”
Mientras hacía la tesis en la Universidad Tulane, descubrió una verdadera vocación por la enseñanza y recibió tres veces el Premio a la Excelencia Docente “Omega Chi Epsilon”. “Disfrutaba al interactuar con mis alumnos y tenía un don para explicar conceptos complejos, como las matemáticas aplicadas,” dice.
Al doctorarse, Hinestroza rechazó ofertas de trabajo de varias empresas y decidió buscar oportunidades como profesor. Encontró una en la Facultad Wilson de Textiles de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y, aunque hasta entonces no había tenido ninguna experiencia trabajando con telas, corrió como Flash para conseguir ese puesto.
Unos años más tarde, trasladó su grupo a la Universidad de Cornell, y enfocó su investigación en añadir propiedades de alta tecnología a uno de los materiales más comunes en el mundo textil: el algodón. Su laboratorio investiga cómo el algodón (y otras fibras naturales) interactúan con nanopartículas para crear telas que cambian de color y filtran sustancias contaminantes.
Estas telas “anti-contaminación” utilizan unos materiales porosos llamados estructuras metalorgánicas (MOF, por sus siglas en inglés). Los MOF son redes de clústeres metálicos coordinados con ligandos orgánicos que forman estructuras capaces de atrapar otras moléculas, como gases. Pero incorporarlos en materiales textiles es complicado. Los MOF suelen formar enlaces entre ellos, en vez de unirse a las fibras de las telas, algo que confundió bastante al equipo de Hinestroza.
En 2010, sin embargo, dos estudiantes de Hinestroza dieron con la clave y consiguieron crear una estructura hecha de capas alternadas de MOF y polímeros de celulosa. Gracias a la financiación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, los investigadores consiguieron desarrollar una tela de algodón con MOFs capaz de adsorber agentes químicos y contaminantes industriales, una propiedad que podría ser interesante en aplicaciones militares. El equipo de Hinestroza utilizó esta nueva tela para crear una mascarilla y una capucha.
Este tipo de trabajo requiere una mente ágil y flexible: Hinestroza explica que, muchas veces, su grupo ni siquiera imagina qué propiedades tendrán los textiles diseñados. “Es como un partido de fútbol, nunca sabes qué pasará hasta el final,” dice. Hinestroza es un fanático del fútbol y a menudo compara el éxito de un grupo de investigación con un equipo de primera división. La combinación de diferentes destrezas y habilidades hacen al laboratorio más potente.
Nosotros como instructores tenemos que innovar y adaptarnos para inspirar a las nuevas generaciones de científicos.
Atribuye estos valores a sus raíces latinoamericanas, que para Hinestroza fueron esenciales para desarrollar una mente creativa, receptiva y resiliente. “Crecer en una cultura que combina influencias indígenas, africanas, latinoamericanas y europeas me enseñó a entender al prójimo y a estar abierto a diferentes ideas,” explica.
Estas características son esenciales para trabajar en un campo tan dinámico. “En la ciencia de las fibras y las telas, a menudo nos toca combinar los aspectos más técnicos de la química y la ciencia de materiales con el diseño y la cultura,” dice Ellan Spero, historiadora de ciencia y tecnología en el Instituto de Tecnología de Massachussets, que conoció a Hinestroza por primera vez en 2006. Es fascinante cómo consigue combinar su curiosidad con el deseo de encontrar aplicaciones a todo lo que aprende en el laboratorio, explica. “Siempre integra las experiencias de diferentes culturas, algo que inspira a sus estudiantes a combinar el conocimiento técnico con retos del diseño,” añade.
Este espíritu está siempre presente en la forma de liderar su grupo. Por ejemplo, en 2012, Hinestroza presentó un traje que libera insecticidas para controlar la malaria, un proyecto en el que trabajó con Frederick Ochanda, un investigador postdoctoral de Kenia y Matilda Ceesay, que entonces era una estudiante de diseño de moda en Gambia. A Hinestroza también le gusta experimentar con fibras naturales de diferentes partes del mundo, como el sisal brasileño, un tipo de agave, que le llevó a crear colaboraciones en este país. “Me encanta ir a Manaus, porque en el Amazonas se encuentra la mayor diversidad de plantas del mundo. Y la naturaleza es mucho más lista que nosotros.”
Credit: Lauren Petracca Photography
El laboratorio de Juan Paulo Hinestroza fabricó estas estructuras metal-orgánicas a partir de residuos textiles.
Este entusiasmo alimenta la curiosidad de su grupo. “Siempre busca nuevas formas de motivarnos, de fomentar la pasión por el laboratorio. Nos reta a crear soluciones a problemas sin perder el optimismo,” dice Luiz Gustavo Ribeiro, que hizo parte de su tesis doctoral bajo la supervisión de Hinestroza.
A Hinestroza le preocupa la falta de representantes latinos en química. Por eso, intenta contratar activamente a estudiantes latinoamericanos y ofrece oportunidades a profesores universitarios en países de Latinoamérica para realizar pasantías cortas y visitas en su laboratorio. “Si queremos motivar a los más pequeños para que estudien química, necesitamos más ejemplos de éxito y modelos a seguir,” dice. Desde el año 2000, es miembro de la Sociedad de Ingenieros Profesionales Hispanos, donde participa en varios talleres para el desarrollo profesional de estudiantes latinos interesados en carreras académicas.
“He descubierto que los estudiantes han cambiado sus hábitos de aprendizaje y nosotros como instructores tenemos que innovar y adaptarnos para inspirar a las nuevas generaciones de científicos,” dice. Recientemente, Hinestroza ha decidido explorar el potencial de la inteligencia artificial generativa como una herramienta más para sus clases y animar a sus estudiantes a experimentar con diferentes soluciones. Mientras tanto, en el laboratorio, investiga formas para sintetizar MOFs a partir de tejidos de poliéster reciclado, como una forma innovadora y ecológica de reaprovechar los residuos textiles.
Traducido al español por Fernando Gomollón Bel para C&EN, con revisiones de César A. Urbina-Blanco. La versión original (en inglés) de este artículo se publicó el 20 de septiembre de 2024.
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