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Anabella Villalobos ha redefinido la forma de tratar enfermedades neurológicas
Durante décadas, esta química medicinal ha investigado el sistema nervioso central y ha probado la eficacia de decenas de nuevos medicamentos en pacientes
Cuando Anabella Villalobos salió de la Ciudad de Panamá, su ciudad natal, en 1981, para hacer un máster en los EE.UU., estaba emocionada ante aquel viaje, que supuestamente iba a durar tan solo unos meses. “Nunca pensé en quedarme,” recuerda. “Siempre tenía la idea de volver.”
Ficha
Ciudad natal: Ciudad de Panamá
Educación: Licenciada en Química, Universidad de Panamá; Doctora en Química Medicinal, Universidad de Kansas, 1987
Puesto actual: Jefa de terapias biológicas y ciencias médicas en Biogen
Consejo profesional: Ten la mente abierta y busca la opinión de otros. Te hará mejor persona.
Elemento favorito: Carbono. Necesitamos el carbono para hacer todas nuestras medicinas.
Música favorita: La salsa. Soy una admiradora de Rubén Blades, un cantante de salsa panameño.
Soy: Latina
Pero aquel primer viaje lejos de las soleadas costas donde Villalobos había pasado su juventud se convirtió en una carrera de varias décadas que la llevó a convertirse en una de las líderes de la industria farmacéutica estadounidense. Villalobos, ahora directora de terapias biológicas y ciencias médicas en Biogen, ha desarrollado muchos medicamentos pioneros para enfermedades neurológicas como el Alzhéimer. Es reconocida en el campo por conseguir sacar medicamentos del laboratorio y dárselos a los pacientes.
Se enamoró de la química por primera vez durante una clase de química orgánica en el colegio. “Todavía guardo los cuadernos de mi último año,” explica. Trata de tenerlos siempre cerca. Luego estudió licenciatura química en la Universidad de Panamá, entonces la única institución del país que otorgaba este título.
Cuando se preparaba para realizar estudios de postgrado, recibió una beca Fulbright-Hays, que le ayudó a reducir las barreras económicas del programa de maestría. Como había cursado un programa bilingüe en Panamá, no tuvo tantos problemas con el idioma en las instituciones estadounidenses. “Panamá tiene muchas influencias de los EE.UU.,” dice. Pero aun así, se ríe cuando recuerda cómo tuvo que mejorar su nivel de inglés conversacional. “Mis compañeros de postgrado hablaban a mil kilómetros por hora.”
Después de terminar su maestría, Villalobos se quedó en la Universidad de Kansas para hacer su doctorado en química medicinal. Luego, fue investigadora postdoctoral en el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Yale. Aunque al principio estaba más interesada en oncología, su primer trabajo en la industria fue en el grupo de neurociencia de Pfizer, en 1989. Ahí desarrolló una verdadera pasión por las enfermedades neurológicas, específicamente por la enfermedad de Alzhéimer.
En aquel entonces, los científicos todavía no sabían mucho sobre las causas del Alzhéimer. “Es una enfermedad difícil que requiere mucha paciencia,” explica. “Es más complicado ver si realmente estás mejorando la condición del cerebro” que de otros órganos de los cuales puedes obtener biopsias fácilmente.
Uno de sus primeros proyectos en Pfizer fue el diseño y desarrollo de icopezil, un medicamento para tratar los síntomas de la demencia y deterioro cognitivo causados por el Alzhéimer. El icopezil llegó a la fase II de ensayos clínicos, incluido en la misma familia que los primeros medicamentos aprobados por la FDA para el tratamiento del deterioro cognitivo: el donepezil y la rivastigmina. (La FDA es la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU.). “Fue una de las experiencias más gratificantes que he vivido,” explica. “Fue mi primer contacto con la clínica y me enseñó mucho sobre los requisitos del desarrollo de fármacos para pasar del laboratorio a los pacientes,” incluyendo los aspectos científicos, regulatorios y médicos.
Sin embargo, el donepezil y otros tratamientos pioneros para el Alzhéimer no detenían el avance de la enfermedad, así que Villalobos decidió enfocar sus esfuerzos en desarrollar un tratamiento diferente: algo que atacara a la causa central del problema. Mantuvo idea en mente mientras ascendía puestos en Pfizer, hasta convertirse en la jefa de tecnologías para síntesis medicinal.
Para desarrollar nuevos candidatos a fármacos en neurociencia con potencial de avanzar a la fase clínica, Villalobos contribuyó al desarrollo de un método de optimización multiparamétrico para el sistema nervioso central, conocido como CNS MPO por sus siglas en inglés (ACS Chem. Neurosci. 2010, DOI: 10.1021/cn100008c).
Mientras que los enfoques de diseño anteriores evaluaban el potencial de una molécula juzgando sus propiedades individuales según reglas específicas, el CNS MPO evalúa seis propiedades en paralelo y crea una puntuación combinada, algo que ha ampliado las posibilidades de ciertos tratamientos para el sistema nervioso que, aunque no cumplan algunas propiedades, pueden pasar la barrera hematoencefálica. Esta herramienta se ha convertido en un “estándar en el campo”, explica Michael Ehlers, que trabajó con Villalobos cuando era jefe científico (CSO) en la sección de neurociencia de Pfizer.
Ehlers y Villalobos trabajaron juntos para conseguir mejores resultados clínicos en el equipo de neurociencia. “Utilizábamos unas técnicas de desarrollo clínico mucho más experimentales de lo habitual, y Anabella fue una pieza fundamental en todo este proceso,” dice Ehlers. Los dos trabajaron muy bien juntos y desarrollaron una familia de candidatos a medicamentos con “unos datos clínicos muy prometedores,” añade Ehlers.
Alzhéimer’s “es una enfermedad difícil que requiere mucha paciencia.
Cuando Ehlers se trasladó a Biogen en 2016 para liderar sus proyectos de investigación y desarrollo, decidió reclutar a Villalobos para integrar el trabajo en química médica de Biogen con las aplicaciones terapéuticas. “Era un gran paso para mí,” dice Villalobos. “Fue una gran oportunidad para aprender más de biológicos y terapia génica,” yendo más allá del trabajo en moléculas pequeñas que había realizado en Pfizer.
Biogen ha sido bastante exitosa en tratamientos modificadores contra el Alzhéimer, especialmente con la aprobación reciente por parte de la FDA del anticuerpo monoclonal lecanemab, desarrollado en colaboración con Eisai. Es el primer medicamento que llega al mercado para tratar la enfermedad y no sólo sus síntomas, dado que consigue reducir la cantidad de placas amiloides en el cerebro. Actualmente, los científicos consideran que la acumulación de estos fragmentos de proteínas es una de las principales causas del Alzhéimer.
“Es una gran motivación para alguien que, como yo, lleva tanto tiempo en este campo,” dice Villalobos. “Ver los medicamentos modificadores contra la enfermedad en el mercado es muy gratificante y, seguro, pronto llegarán muchos más.”
Credit: Jodi Hilton
Anabella Villalobos (centro) y los científicos de Biogen, Nadia D’Lima (izquierda) y Ye Wang (derecha), aplican inteligencia artificial y aprendizaje automático al descubrimiento y desarrollo de medicamentos.
Además de su carrera científica estratosférica, Ehlers remarca las dotes de liderazgo de Villalobos, una gran mentora y una persona muy especial. “Es un imán de talento,” dice.
Villalobos dice que entrenar a la siguiente generación de líderes científicos es una de las mayores responsabilidades de su trabajo. Consigue identificar los puntos fuertes de la gente y animarles a seguir un camino donde sabe que triunfarán. “Ganan confianza primero y, luego, despegan,” dice.
“Siempre saca lo mejor de las personas,” dice Gayathri Ramaswamy, una de las personas que Villalobos ha estado guiando desde que se conocieron en Pfizer hace más de una década. “Es raro conocer a alguien como Anabella: una científica fuerte, inteligente y con grandes dotes de liderazgo, empatía e inteligencia emocional,” dice Ramaswamy.
Ramaswamy recuerda que, a menudo, Villalobos le animaba a opinar en reuniones donde había personas más importantes. “Siempre animo a las mujeres a levantar la mano, a contar su historia y decir lo que quieren,” explica Villalobos.
Entre la ciencia y las mentorías, Villalobos aún encuentra tiempo para hacer un viaje a Panamá cada año con su familia, donde aprovecha para visitar las playas de su infancia. Sin embargo, más a menudo suele revivir esos recuerdos de su niñez en la costa cercana a su hogar en Connecticut, donde, de vez en cuando, repasa sus apuntes de química del instituto, aunque muchas de las notas a lápiz estén empezando a desaparecer.
Traducido al español por Fernando Gomollón Bel para C&EN, con revisiones de César A. Urbina-Blanco. La versión original (en inglés) de este artículo se publicó el 20 de septiembre de 2024.
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