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Vaccines

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Moderna permite echar un rápido vistazo a los datos de la primera vacuna contra la COVID-19

La compañía desvela que su vacuna experimental con ARNm es segura e indujo niveles prometedores de anticuerpos durante la fase I de un pequeño ensayo clínico.

by Ryan Cross
May 25, 2020 | A version of this story appeared in Volume 98, Issue 20

A photo of Moderna's mRNA manufacturing facility in Norwood, Massachusetts.
Credit: Moderna
Instalaciones de fabricación de ARNm de Moderna en Norwood, Massachusetts

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Los datos preliminares aportados por un pequeño estudio de una vacuna experimental para la COVID-19 desarrollada por Moderna sugieren que la vacuna es segura y estimula al sistema inmune para producir anticuerpos que neutralizan al SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la enfermedad. Es la primera vez que se anuncian los resultados de cualquier estudio sobre la vacuna para la COVID-19 en humanos.

La noticia, revelada el pasado 18 de mayo, dio la vuelta al mundo rápidamente, e inmediatamente se pensó en ella como un posible catalizador que disparase el mercado de valores. Las acciones de Moderna aumentaron más de un 20%, por lo que el valor de la compañía alcanzó casi los 30 mil millones de dólares- frente a los aproximadamente 6500 millones a principios de año. La compañía de biotecnología afirmó que aumentaría en 1250 millones de dólares la oferta pública de acciones, y usaría el dinero para fabricar sus vacunas para la COVID-19.

Sin embargo, lo científicos que esperen analizar la noticia por ellos mismos van a tener menos suerte. “Me ha decepcionado que no se hayan publicado los datos. Es difícil interpretar sus resultados sin las cifras,” comenta Laura Walker, directora de la ciencia de anticuerpos de la compañía biotecnológica Adimab.

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Moderna publicó la noticia en un anuncio de prensa y una sesión inormativa. La compañía anunció que el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, que llevaron a cabo el ensayo clínico en 45 personas, publicarían resultados detallados antes del comienzo en julio de los ensayos de la fase III.

“El problema de la ciencia publicada en prensa es que no ves los datos. Te piden que confíes en la compañía,” comenta Paul Offit, pediatra y director del Centro de Estudios en Vacunas en el Hospital Infantil de Fildelfia. “Lo irresponsable en este caso es que ofrece un resquicio de esperanza,” dice, pero un estudio pequeño no prueba que la vacuna sea protectora o segura. “Nos gustaría tener información de más gente, no de un número que podrían ser los invitados a una pequeña barbacoa.”

Los científicos no sabrán si la vacuna es segura y efectiva hasta que Moderna lleve a cabo la fase III del estudio, con miles de voluntarios, para certificar que la gente vacunada es menos proclive a desarrollar COVID-19 que los que reciban una inyección de placebo.

Normalmente lleva años de trabajo llegar a la fase III de un estudio, y varios años más de investigación y monitorización de los participantes por los riesgos de seguridad a largo plazo. Pero la pandemia global fuerza a Moderna y a muchos otros grupos de medicamentos a comprimir los tiempos de desarrollo de una vacuna como nunca antes.

La compañía empezó a trabajar en la vacuna nada más publicarse online el genoma del SARS-CoV-2 el pasado enero. Moderna utiliza nanopartículas lipídicas para repartir ARN mensajero (ARNm) en las células humanas, donde se utiliza para fabricar la proteína espicular del SARS-CoV-2. El virus utiliza esta proteína para infiltrarse en nuestras células. Moderna espera que su vacuna permita a nuestro sistema inmunitario generar anticuerpos frente a la proteína espicular antes incluso de que nos infectemos con el auténtico virus.

La práctica totalidad de las 100 vacunas en desarrollo para la COVID-19 apuestan por una estrategia similar basada en la proteína espicular. Muchas de ellas se fabrican con la propia proteína espicular, en lugar de con el ARNm que codifica la proteína. De hecho, nunca ha sido aprobada una vacuna de ARNm para uso humano, aunque Moderna es uno de la casi docena de grupos desarrollando vacunas de ARNm contra la COVID-19.

En poco más de dos meses, la compañía ha diseñado la vacuna, fabricado los primeros lotes clínicos, y los ha enviado al NIH.

Los primeros voluntarios del estudio fueron inyectados el 16 de marzo. El estudio fue diseñado para evaluar la seguridad e inmunogenicidad de dosis bajas, medias y altas de la vacuna en 45 personas de edades entre 18-55 años. Todos recibieron dos inyecciones, con un mes de diferencia.

Los datos preliminares que Moderna anunció el 18 de mayo provienen de muestras de sangre recogidas sólo dos semanas después de la segunda inyección. Moderna usó plasma convaleciente, la fracción de sangre rica en anticuerpos obtenida de personas que habían superado de forma natural la infección de SARS-CoV-2, para comparar con los niveles de anticuerpos en los voluntarios vacunados.

Moderna asegura que en el estudio todos desarrollaron anticuerpos frente al SARS-CoV-2 tras la vacunación. Las 15 personas que recibieron la dosis baja de la vacuna obtuvieron niveles de anticuerpos similares a los encontrados en el plasma convaleciente. Es muy prometedor que las 10 personas que recibieron la vacuna de dosis media desarrollaron niveles de anticuerpos significativamente mayores que los encontrados en el plasma convaleciente. Los datos de anticuerpos de los 5 participantes restantes del grupo de dosis media, o de los 15 en el grupo de dosis alta, aún no están disponibles.

Aunque esperanzadores, los resultados no garantizan que las vacunas vayan a funcionar. “El problema es la falta de seguimiento a largo plazo”, dice Norbert Pardi, que desarrolla una vacuna de ARNm contra la COVID-19 en la Universidad de Pensilvania. “Un problema crítico con muchas vacunas es que las respuestas inmunitarias fuertes, potencialmente protectoras, desaparecen con el tiempo.”

Más aún, nuestro sistema inmune puede fabricar muchos anticuerpos que se fijan a un virus pero que no previenen la infección de las células. Aquéllos que previenen la infección se denominan anticuerpos neutralizadores. Es la calidad de los anticuerpos, no sólo la cantidad, lo que hace que la vacuna salga adelante o no.

Moderna planea analizar los anticuerpos neutralizadores en todos los participantes de la fase I de su estudio, pero sólo ha publicado los resultados de 8 personas - cuatro de la dosis baja y cuatro de la dosis media. Cuando estos anticuerpos neutralizadores fueron testados contra el SARS-CoV-2 en experimentos celulares en el laboratorio, previnieron la infección celular del virus, igual o mejor que los anticuerpos neutralizadores del plasma convaleciente, según Moderna.

“Esta afirmación prácticamente carece de sentido,” comenta Laura Walker, de la empresa Adimab, puesto que es bien sabido que los niveles de anticuerpos neutralizadores en el plasma convaleciente son muy variables. Algunas de las personas infectadas por SARS-CoV-2 no desarrollan anticuerpos neutralizadores detectables, mientras que otros desarrollan niveles extraordinariamente altos, añade.

El objetivo de la vacuna debería ser inducir niveles de anticuerpos neutralizadores que excedan en gran medida los de personas que han pasado la infección de forma natural, explica David Corry, un inmunólogo y alergólogo en la Escuela de Medicina de Baylor (Houston, Texas). “No está claro si Moderna ha llegado a ese punto”, comenta.

La fase I del estudio también se diseñó para analizar la seguridad de la vacuna. La compañía dice que una persona que recibió la dosis media tuvo una reacción cutánea grave, y tres personas desarrollaron “síntomas sistémicos” después de la segunda inyección de la dosis alta.

Aunque sólo se observen unas pocas reacciones en un pequeño estudio, esto sugiere que los efectos secundarios de la vacuna van a ser posiblemente más frecuentes cuando se prueben en miles de personas, comenta Offit. Los efectos secundarios severos suelen tolerarse en las vacunas de enfermedades más graves, añade. Por ejemplo, casi el 10% de los adultos que reciben la vacuna Shingrix contra el herpes zóster experimentan reacciones sistémicas importantes como dolor de cabeza, fiebre o fatiga.

Recientemente, Moderna ha ampliado la fase I de su estudio para testar la seguridad de la vacuna y su inmunogenicidad en 60 personas más mayores: 30 con edades entre 56-70 y 30 entre 71-99 años. “Es una buena idea”, dice Pardi. “A menudo las vacunas no suelen funcionar bien en personas mayores”.

Se espera que un estudio en fase II de 600 personas empiece pronto. En ese estudio, Moderna descartará las dosis baja (25 µg) y la alta (250 µg). En su lugar, la compañía comparará la dosis media (100 µg) frente a una nueva dosis de 50 µg y un placebo. La compañía asegura que el cambio no está motivado por la seguridad de la dosis alta, sino en el hecho de que tanto la dosis baja como la media inducen anticuerpos neutralizadores.

Moderna espera que la dosis de 50 µg sea efectiva, puesto que una dosis menor permitiría fabricar más vacunas con la misma cantidad de ARNm. Al principio de la primavera, la compañía empezó a producir el ARNm que se utilizará en las vacunas para el próximo estudio de la fase III. Y en mayo la compañía anunció una colaboración con la subcontrata Lonza para fabricar hasta mil millones de dosis de 50 µg de la vacuna anualmente.

El punto de partida en la fabricación está de acuerdo con una iniciativa para la vacuna contra la COVID-19 recientemente anunciada por el gobierno de Estados Unidos, llamada Operación “Warp Speed”. El ambicioso objetivo del gobierno es fabricar y distribuir unos cuantos cientos de millones de dosis para finales de año. Esto requerirá manufacturar millones de dosis de las vacunas más prometedoras antes de que sean aprobadas, como dijo el presidente Donald J. Trump en una rueda de prensa el 15 de mayo. “Es arriesgado. Es caro”, dijo Trump. “Pero estaríamos ahorrando una cantidad de tiempo tremenda”.

Moncef Slaoui, anterior responsable de vacunas en GlaxoSmithKline, liderará la iniciativa en EE.UU. Antiguo miembro del equipo directivo de Moderna, renunció al cargo tras su nombramiento.

El gobierno federal ya ha destinado más de 2 mil millones de dólares para ayudar en el desarrollo y la producción de tres vacunas contra la COVID-19: 483 millones para la vacuna de Moderna, más de 500 para la vacuna de Johnson & Johnson, y 1200 millones para Astra Zeneca, que está desarrollando una vacuna diseñada por la Universidad de Oxford (ver la página 13). J&J espera fabricar mil millones de vacunas para su distribución en 2021. Astra Zeneca dijo que proveerá de 300 millones de dosis de la vacuna de Oxford a EE.UU. a partir del próximo mes de octubre, por el momento ha acordado hasta 400 millones de dosis.

El programa de vacunación contra la COVID-19 de Moderna es el más avanzado hasta la fecha en EE.UU. En Reino Unido, Oxford ya ha suministrado dosis a más de 1000 voluntarios en un estudio placebo/control en las fases I y II. Se espera que los resultados lleguen pronto. En China, tres grupos - CanSino Biologics, Sinovac Biotech y China National Pharmaceutical Group- ya han comenzado los ensayos de la fase II de sus vacunas, aunque aún no han compartido los resultados de sus estudios en la fase I. Está previsto que el ensayo clínico para la vacuna de J&J empiece en septiembre.

Traducido al español por Irene Maluenda para C&EN. La versión original (en inglés) de este artículo está disponible aquí.

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