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Con el rápido aumento del número de casos de COVID-19 en EE.UU. y las pruebas que sugieren que los infectados con el virus que causa la enfermedad, SARS-CoV-2, pueden transmitir la enfermedad antes de mostrar síntomas, los centros para el control y la prevención de enfermedades estadounidenses (CDC, por sus siglas en inglés) recomendaron el 3 de abril empezar a llevar mascarillas de tela para cubrirse la cara en lugares públicos. Anteriormente las autoridades sólo consideraban necesarias las mascarillas para aquella gente sana que tuviese que cuidar a alguien enfermo. La recomendación sigue a llamamiento que varios expertos ya empezaron en las redes sociales y otras plataformas, diciendo que las mascarillas de tela normales pueden reducir la transmisión del nuevo coronavirus.
“Todo el mundo debería llevar mascarillas de tela cuando salgan a la calle, es un esfuerzo más que tenemos que hacer como sociedad para evitar la transmisión del virus,” dijo en Twitter Tom Inglesby, director del Centro para Salud y Seguridad John Hopkins, el día 29 de marzo.
Los expertos esperan que esta medida disminuya la velocidad de transmisión, añadiendo una capa extra de protección en aquellos lugares donde es complicado mantener el distanciamiento social, como los supermercados, y al mismo tiempo limita el gasto de material médico de protección que necesitan los trabajadores sanitarios.
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Ahora, internet está llenándose de patrones de costura para hacer mascarillas y consejos sobre qué materiales son los mejores para fabricarlas. No obstante, todavía hay demasiadas preguntas sobre cómo se transmite el SARS-CoV-2 y cómo puede beneficiar a la población el uso de mascarillas de tela. Hay muchos materiales diferentes, muchos diseños distintos y muchas formas de ponerse las mascarillas. Además, los expertos avisan de que las mascarillas no son un sustituto del distanciamiento.
“Es importantísimo recalcar que mantener la distancia de seis pies [dos metros, aprox.] sigue siendo clave para evitar el avance del virus,” señala la página web del CDC sobre el uso de mascarillas de tela.
Para entender qué características tienen que tener las mascarillas para proteger tanto al que las lleva como a las personas a su alrededor, primero tenemos que entender cómo se propaga el SARS-CoV-2. Los expertos creen que el virus se transmite de una persona a otra mediante ‘microgotas’ que expulsamos y respiramos. Cuando hablamos o cuando tosemos, expulsamos estos minúsculos globos infecciosos de saliva y mocos, que son capaces de viajar cierta distancia por el aire. Generalmente acaban en el suelo, pero también pueden depositarse en superficies hasta uno o dos metros de distancia. Existe también estudios que sugieren que las toses y estornudos pueden propulsar estas partículas mucho más lejos (Indoor Air 2007, DOI: 10.1111/j.1600-0668.2007.00469.x). Los científicos todavía no han llegado a un consenso sobre si SARS-CoV-2 puede transmitirse también mediante partículas más finas. En un experimento en condiciones de laboratorio, unos investigadores han descubierto que el virus sigue siendo infeccioso después de tres horas suspendido en un aerosol N. Engl. J. Med. 2020, DOI: 10.1056/NEJMc2004973). Pero este estudio tiene ciertas limitaciones. Según las notas de la Organización Mundial de la Salud los investigadores usaron material científico especializado para generar estos aerosoles, algo que “no refleja las condiciones normales, como la tos humana.”
Las mascarillas caseras y otras soluciones similares funcionarían como las mascarillas quirúrgicas, diseñadas para minimizar la dispersión de los gérmenes hacia la gente y las superficies a su alrededor mediante el bloqueo de las emisiones respiratorias – emisiones que incluyen microgotas de saliva y mocos, así como aerosoles. Estas mascarillas, generalmente hechas de papel y otros materiales no tejidos, apenas se ajustan a la cara y no impiden que entre aire del exterior por los bordes. Por eso los expertos no consideran que eviten la inhalación del virus.
Sin embargo, las mascarillas médicas N95 se ajustan con mucha más fuerza y protegen al sujeto atrapando las partículas infecciosas en un entramado de capas de finas fibras de polipropileno. Estas fibras también están cargadas electrostáticamente, lo que les proporciona una “pegajosidad” mayor sin disminuir la capacidad de dejar pasar el aire. Cuando se llevan correctamente, las mascarillas N95 pueden filtrar el 95% de las partículas en el aire. Por eso son vitales para la seguridad de los trabajadores sanitarios, que se encuentran frecuentemente con gente infectada.
La capacidad de bloquear emisiones respiratorias – tal y como lo hacen las mascarillas de tela y las mascarillas quirúrgicas – es importante, ya que según las pruebas disponibles ahora mismo indican que los pacientes infectados con SARS-CoV-2 con pocos síntomas y los asintomáticos pueden propagar el virus sin darse cuenta.
“Uno de los retos con el virus que causa COVID-19 es que, a veces, la gente tiene síntomas muy leves y apenas se sienten enfermos, pero en realidad son muy muy contagiosos,” dice Laura Zimmermann, directora de medicina clínica preventiva en la Universidad Rush de Chicago. “Y estas personas van esparciendo el virus y, potencialmente, pueden infectar a otros.”
Zimmermann dice que varios miembros de la comunidad de sanitarios de Chicago han comentado la posibilidad de distribuir mascarillas de tela a pacientes enfermos en vez de mascarillas quirúrgicas, de modo que conserven las reservas de equipos de protección individual (EPIs). “La mascarilla de tela puede ayudar si tienes alguna infección y simplemente quieres controlar la emisión de gotas,” dice.
En un artículo reciente, un equipo de investigadores internacionales sugiere que las mascarillas quirúrgicas pueden reducir la cantidad de virus que liberan pacientes de enfermedades respiratorias, incluidas infecciones por otros coronavirus (Nat. Med. 2020, DOI: 10.1038/s41591-020-0843-2).
Algunos de los expertos que recomiendan las mascarillas señalan una correlación entre los países que han controlado los brotes de coronavirus y los países que han usado mascarillas. “Las mascarillas eran muy comunes en Corea del Sur y Hong Kong, zonas que han conseguido controlar muy bien la epidemia,” señala un informe del Instituto de Empresas estadounidense en respuesta al coronavirus publicado el 29 de marzo.
Linsey Marr, una experta en transmisión de enfermedades por el aire del Instituto Politécnico de Virginia y la Universidad ‘State’, confiesa que su opinión ha cambiado en las últimas semanas, Ahora no cree que únicamente las personas enfermas tengan que llevar mascarillas. Aunque algunas mascarillas pueden ayudar a proteger a quien las lleva del virus, el principal objetivo de llevarlas es reducir la transmisión del virus SARS-CoV-2 desde personas infectadas.
“Si todos llevamos mascarillas, el virus se propagará menos por el aire y a las superficies, disminuyendo el riesgo de transmisión”, señaló Marr en un email a C&EN enviado antes de la nueva recomendación del CDC.
Pero cuando alguien se plantea fabricar sus propias máscaras se encuentra con un montón de opciones, tanto en diseño como en telas disponibles, y es complicado saber cuál es la opción más adecuada. Neal Langerman, un experto en seguridad química que asesora a varias empresas para protegerse del coronavirus, señala que la permeabilidad de algunos materiales caseros puede variar mucho y de forma muy impredecible, por lo que es muy complicado determinar qué material es el mejor para hacer una mascarilla casera. La ‘densidad’ de un tejido o el tipo de fibras utilizados son dos factores muy importantes. Por ejemplo, algunas fibras naturales pueden aglomerarse al entrar en contacto con la humedad del aliento, cambiando su capacidad para filtrar partículas de forma impredecible. También hay una relación entre el tamaño de los poros en la tela y la facilidad para respirar – los materiales menos porosos suelen dificultar más la respiración. El fabricante de Gore-Tex, un material microporoso muy ligero usado en la ropa de montaña, ha recibido un montón de preguntas sobre la viabilidad de usar sus productos para filtrar SARS-CoV-2. La compañía tuvo que lanzar un comunicado de prensa advirtiendo de los peligros de usar ese material para hacer mascarillas, porque podría dificultar la respiración.
“Hay demasiadas opciones en el mercado, es muy difícil elegir entre telas con propiedades tan diferentes,” tuiteó Yang Wang, que investiga aerosoles en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri. Wang está recolectando datos para analizar cómo filtran el aire diferentes materiales comerciales.
Los científicos ya habían sugerido que usar mascarillas caseras podría evitar el avance del virus, y de hecho hay varios estudios que analizan la eficacia a la hora de filtrar el aire de varios materiales caseros. Un estudio sobre varios tipos comunes de tela – que incluía telas de camisetas, sudaderas, toallas, e incluso pañuelos de tela – descubrió que estos materiales podían filtrar entre un 10 y un 60% de las partículas como las que emitimos al respirar, una eficacia similar a algunas mascarillas médicas y mascarillas contra el polvo (Ann. Occup. Hyg. 2010, DOI: 10.1093/annhyg/meq044). El material ganador no era siempre el mismo, dependía del tamaño y la velocidad de las micropartículas analizadas. Otros estudios también señalan que cómo se ajusta una mascarilla y cómo se lleva, algo que es muy complicado de simular en el laboratorio, también afecta drásticamente a su eficacia.
El CDC recomienda usar varias capas de tela para fabricar una mascarilla para la cara. En un video, el Cirujano General de los EE.UU. Jerome Adams demuestra cómo fabricar una mascarilla a partir de una camiseta vieja.
A pesar de la variabilidad en la eficacia de las mascarillas caseras, hay ciertas pruebas de que incluso una reducción parcial en la dispersión de partículas puede ayudar a reducir la trasmisión de una enfermedad en una población. En un estudio de 2008, unos investigadores holandeses descubrieron que, aunque las mascarillas improvisadas no eran tan eficaces como los respiradores, “cualquier mascarilla puede reducir la exposición al virus y disminuir el riesgo de infección a nivel poblacional, sin importar cómo se ajuste o cómo se filtren las partículas” (PLOS One 2008, DOI: 10.1371/journal.pone.0002618).
Langerman dice que su principal preocupación sobre el tema es que, como con cualquier EPI, llevar una mascarilla puede dar una falsa sensación de seguridad a quien la lleva, que puede acabar siendo menos estricto con otras precauciones. Los expertos insisten en la importancia de mantener una distancia de mínimo seis pies (1.83 m), tanto si tienes síntomas como si no. Langerman avisa de que confiar demasiado en las mascarillas caseras puede ser peligroso.
“El problema es el siguiente,” aclara. “Si una persona va a fabricar su propio respirador, debería entender los riesgos que tiene elegir el material adecuado, y cuanto menos saber que está optando por una situación de compromiso. No tengo claro que la gente vaya a tener el suficiente cuidado.”
Traducido al español por Fernando Gomollón Bel para C&EN. La versión original (en inglés) de este artículo está disponible aquí.
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