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Microbiome

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Las heces de bebé pueden esconder un secreto sobre las alergias alimentarias

Los ratones desarrollan alergia a la leche cuando reciben trasplantes fecales de bebés alérgicos, lo que sugiere que algunos microbios intestinales pueden ayudar a proteger contra esta condición

by Megha Satyanarayana
January 22, 2019

 

An infant boy looks down on a glass of milk.
Credit: Shutterstock
Algunos microbios intestinales pueden proteger contra las alergias a la leche.

Un experimento que incluye la extraña combinación de intestinos de ratón y heces de bebé puede ayudarnos a entender por qué algunos bebés desarrollan alergias a los alimentos y otros no.

Un equipo de investigadores, liderado por Cathryn Nagler en la Universidad de Chicago, hizo que los ratones fueran alérgicos a la leche con solo aplicarles un trasplante fecal de bebés humanos con la alergia (Nat. Med. 2019, DOI: 10.1038/s41591-018-0324-z). Los hallazgos sugieren que determinadas clases de bacterias intestinales pueden proteger a los ratones, y las personas, de desarrollar alergias alimentarias.

Algunos expertos en alergias alimentarias piensan que el experimento es una hazaña. “Es impactante, para ser honesto”, que transferir el microbioma provoque una alergia en los ratones, dice Kari Nadeau, que estudia las alergias alimentarias en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.

Nagler ha estado estudiando el papel del microbioma infantil en las alergias alimentarias durante años. Ella y otros expertos en el campo dicen que la incidencia de alergias alimentarias en las personas ha aumentado a un ritmo que sugiere que las alergias no tienen un origen genético, sino ambiental. Anteriormente, Nagler y sus colaboradores compararon los microbiomas de bebés sanos y alérgicos a la leche y encontraron “una enorme diferencia”, dice, “incluso a los cuatro o cinco meses de edad”.

Para estudiar más a fondo la conexión microbioma-alergia, Nagler y su equipo administraron heces de bebés alimentados con fórmula (tanto de bebés alérgicos como de bebés que no lo eran) a ratones. Los investigadores alimentaron a los animales con su comida normal, pero incluyeron la fórmula que los bebés estaban bebiendo, con la esperanza de que la presencia de la dieta humana incentivaría a las bacterias a colonizar el tracto intestinal de los ratones.

Cuando los científicos alimentaron a los ratones con una proteína de la leche que causa alergia en humanos, los ratones que recibieron los trasplantes de bebés alérgicos mostraron signos de una reacción alérgica, incluyendo los de la anafilaxia. Los ratones que recibieron los trasplantes sanos no lo hicieron.

El equipo analizó el contenido bacteriano de las heces del donante y encontró algunas diferencias llamativas. Los miembros de la clase de bacterias Clostridia eran más frecuentes en las heces de los bebés sanos que en las heces de los bebés alérgicos. Una especie en particular, Anaerostipes caccae, fue menos detectable en las heces de los bebés alérgicos. Bacterias como A. caccae se han relacionado con el mantenimiento del sistema inmunitario controlado en la parte del intestino delgado donde se absorben los alimentos, dice Nagler.

Nagler dice que su equipo está tratando de averiguar por qué hay una falta de A. caccae en niños con alergias a la leche. “Esa es la pregunta del millón de dólares”, dice ella. ¿Es la ausencia de bacterias lo que causa la alergia, o la alergia de alguna manera conduce a la pérdida de bacterias beneficiosas?

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En el futuro, Nagler cree que la capacidad de provocar alergia a la leche en los ratones a través de trasplantes fecales proporcionará a los investigadores un modelo para ayudarles a investigar posibles terapias para la alergia. Pero tanto Nagler como Nadeau señalan que dar a los bebés alérgicos trasplantes de heces de bebés sanos no está en el horizonte, principalmente por razones de seguridad. Los investigadores aún no saben si una especie bacteriana amigable en un intestino podría causar una enfermedad en otro. En cambio, dice Nagler, su equipo quiere probar la restauración de los metabolitos de las bacterias perdidas. Para A. caccae, ese metabolito es butirato, que se usa por las células que recubren el intestino como fuente de energía.

“Creo que es importante tener en cuenta que no va a haber una única solución para tratar la alergia alimentaria”, dice Supinda Bunyavanich, experta en alergias de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai. Las bacterias intestinales actúan en comunidades, dice, y las diferentes especies pueden influir en cómo actúa el sistema inmunológico.

Traducido al español por Lorena Tomás Laudo para C&EN. La versión original (en inglés) de este artículo está disponible aquí.

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