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La píldora anticonceptiva ha sido aclamada en todo el mundo, suponiendo un cambio tan relevante como la rueda, la imprenta y el motor de combustión interna. Desde su descubrimiento en la década de 1950, ha liberado a millones de mujeres en todo el mundo, social, sexual y económicamente.
Esta píldora no existiría hoy en día sin el trabajo del ingeniero químico mexicano Luis E. Miramontes. En 1951, Miramontes era un estudiante de 26 años que sintetizó la noretindrona, el componente principal de la primera píldora anticonceptiva efectiva.
Miramontes es uno de los muchos científicos en la lista de investigadores en química hispanos y latinos que deberías conocer. Esta colección destaca las vidas y carreras de figuras históricas influyentes, o recientemente fallecidas, cuyo trabajo ha influido en la ciencia actual y continúa la labor de las colecciones que C&EN publicó para resaltar las contribuciones de los químicos Negros y LGBTQ+.
Esperamos que estas personas inspiren a las futuras generaciones de científicos químicos, y no solo a hispanos y latinos.
Por ejemplo, Mario Molina fue el químico mexicano que desempeñó un papel fundamental en el descubrimiento del agujero en la capa de ozono de la Antártida y que ganó de forma conjunta el Premio Nobel de Química de 1995 por sus trabajos para dilucidar los mecanismos de formación y descomposición del ozono en la estratosfera.
Y también hay premios Nobel menos conocidos. El médico y bioquímico argentino Luis Leloir recibió el Premio Nobel de Química de 1970 por su descubrimiento de las vías metabólicas de los azúcares. César Milstein, otro bioquímico argentino, obtuvo una parte del Premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1984 por sus trabajos sobre la química de los anticuerpos.
La lista también incluye a científicas como Rebeca Gerschman, que fue nominada al Premio Nobel de Química pero murió antes de poder recibirlo. Descubrió que los radicales libres pueden provocar la toxicidad del oxígeno y la muerte celular. Y presentamos a un descubridor de elementos: Andrés Manuel del Río, el científico español-mexicano que encontró vanadio en un trozo de mineral de plomo en 1801, aunque en ese momento no se le atribuyó el descubrimiento.
En definitiva, sean conocidos o no, hayan recibido elogios o no, son investigadores pioneros, mentores y educadores que debemos conocer.
Seguiremos actualizando esta colección de destacados químicos hispanos y latinos históricos y recientemente fallecidos. Por favor, comparte tus nominados en esta encuesta: cenm.ag/latinochemsurvey.
—Bibiana Campos Seijo
por Attabey Rodríguez Benítez
Oswaldo Luiz Alves fue uno de los primeros científicos brasileños en desarrollar, investigar y enseñar nanotecnología. Trabajó en el Laboratorio de Síntesis de Nanoestructuras e Interacción con Biosistemas, y fundó el Laboratorio de Química del Estado Sólido en la Universidad de Campinas, donde fue profesor de química.
Alves nació en São Paulo y se interesó por la química gracias a los campamentos científicos extraescolares de su adolescencia. Con una beca estatal, Alves consiguió estudiar química industrial técnica, y en 1973 obtuvo su licenciatura en química industrial en la Universidad pública de Campinas. Al comenzar su doctorado en la universidad, fue contratado allí como profesor. Al cursar sus estudios de posgrado en Francia se “contaminó”, según sus propias palabras, con la química del estado sólido. Es entonces cuando decidió llevar estos conocimientos a Brasil, para fundar un laboratorio de química del estado sólido. Allí investigó materiales bidimensionales en el campo de la electrónica, como los vidrios dopados con puntos cuánticos, y registró patentes, incluida una relacionada con la administración de fármacos mediante nanopartículas de óxido de silicio.
Tras más de 40 años de docencia, falleció de forma repentina en julio de 2021. A lo largo de su carrera dirigió a más de 50 estudiantes de doctorado y máster, que continúan trabajando en su legado.
por Attabey Rodríguez Benítez
Sara Borrell Ruiz fue una de las primeras expertas en hormonas sexuales en España. Trabajó con el equipo encargado de desarrollar el primer anticonceptivo oral y dirigió la división de esteroides del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, con sede en Madrid.
Cursó en España la licenciatura de farmacia en 1933, donde interesó por el saneamiento del agua y realizó sus estudios de posgrado en ese campo. En 1944, Borrell Ruiz se doctoró con su estudio sobre las aguas del río Tajo.
Dos años después recibió una beca postdoctoral para estudiar la composición y conservación de la leche en Escocia. Esperaba resolver los problemas de abastecimiento que sufrieron los británicos después de la guerra. Se centró en el mecanismo de oscurecimiento de la leche, que entonces no se comprendía. Borrell Ruiz descubrió que una reacción entre la glucosamina y una base provocaba el pardeamiento de la leche (Nature 1952, DOI: 10.1038/1691097a0).
Este trabajo con la leche desencadenó en el interés de Borrell Ruiz por las hormonas, que sustentó el resto de su carrera. En concreto, había leído que algunas vacas producían más leche cuando comían en pastos frescos, y los investigadores habían determinado recientemente que la hierba tenía compuestos estrogénicos.
Borrell Ruiz viajó a Estados Unidos para investigar los estrógenos y otras hormonas sexuales en la década de 1950, diez años antes de que se aprobara la píldora anticonceptiva en el país. Estudió la composición hormonal de la orina de mujeres embarazadas, pero sus resultados no se publicaron. Después regresó a España y se convirtió en profesora de neuroendocrinología en el Instituto Cajal y se incorporó al Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, construido en honor a su anterior mentor. Allí investigó el metabolismo de las hormonas suprarrenales en diferentes animales para determinar su efecto, hasta que se jubiló en 1988 después de 43 años.
por Shantal Riley
En 1801, el químico de origen español Andrés Manuel del Río descubrió el único elemento desenterrado en México. Pero tuvieron que pasar 30 años para que se le atribuyera el hallazgo del vanadio, un metal de transición plateado y número 23 de la tabla periódica.
Del Río trabajaba como profesor de mineralogía en la Escuela de Minas de Ciudad de México cuando encontró el metal en un trozo de mineral de plomo de Zimapán (México). Lo llamó “eritronio”, del griego antiguo erythros, que significa rojo. Se inspiró en el color rojo que forman sus sales.
Más adelante envió la muestra a París, donde el químico Hippolyte-Victor Collet-Descotils concluyó erróneamente que se trataba de cromo y no de un nuevo metal, tal y como había afirmado del Río.
En 1830, el químico Nils Gabriel Sefström redescubrió el elemento en un mineral de hierro de Suecia. Lo llamó “vanadio” en honor a Vanadis, la diosa nórdica del amor y la belleza. Poco después, el químico alemán Friedrich Wöhler analizó el eritronio de Del Río y confirmó que contenía vanadio. Sin embargo, a lo largo de su vida del Río nunca recibió el crédito adecuado por su descubrimiento.
La resistencia del vanadio al calor y la corrosión hizo que se utilizara en la artillería de la Primera Guerra Mundial y en el motor del Ford Modelo T. Hoy en día, el vanadio se utiliza en aleaciones para herramientas, motores y maquinaria.
Del Río vivió en Filadelfia durante un tiempo, tras la expulsión de los españoles fuera de México tras la guerra de la independencia, aunque regresó al país en 1834. Es autor de Elementos de Orictognosía, el primer libro de texto sobre mineralogía publicado en América. Cada año, la Sociedad Química de México otorga un premio en su nombre a los químicos que han hecho contribuciones extraordinarias a la ciencia.
por Attabey Rodríguez Benítez
La bioquímica argentina Rebeca Gerschman fue la primera científica en proponer que los radicales libres pueden causar toxicidad por oxígeno y muerte celular (Science 1954, DOI: 10.1126/science.119.3097.623). La conexión entre los radicales libres y el envejecimiento, propuesta por primera vez por Gerschman en 1954, sigue siendo estudiada a día de hoy.
Gerschman se doctoró por la Universidad de Buenos Aires en 1937. Durante sus estudios de posgrado desarrolló un método para estudiar el potasio en la sangre, conocido posteriormente como método Gerschman-Marenzi. Realizó un trabajo postdoctoral en la Universidad de Rochester, donde siguió estudiando el potasio. Pero su mentor también estaba interesado en la respiración, y ella siguió ese interés, empezando a estudiar el estrés oxidativo.
Fue entonces cuando Gerschman empezó a estudiar los efectos de los gases, como el oxígeno, en los animales, inspirada por la observación de que la piel de los pilotos de caza envejecía a mayor velocidad que la de los no pilotos. Los pilotos de caza están expuestos a una radiación equivalente a la de una cama de rayos UVA. Al aumentar la altitud, las concentraciones de oxígeno pueden pasar del 21% habitual al 100%. Gerschman conjeturó que una gran cantidad de oxígeno y radiación podría generar radicales que provocaran un envejecimiento más rápido de la piel de los pilotos.
En la década de 1980, fue nominada al Premio Nobel por su contribución al estudio de los radicales libres, pero murió antes de poder recibir el premio.
por Manny Morone
Luis F. Leloir trabajó en ciencia en un periodo convulso de la historia argentina, cuando el gobierno era hostil hacia los académicos. A pesar de ello, Leloir hizo descubrimientos fundamentales sobre el metabolismo de la glucosa. De madre argentina y nacido en París en 1906, Leloir volvió al país sudamericano cuando era un niño. Más adelante se convertiría en el primer latinoamericano en ganar el premio Nobel de química.
Leloir comenzó su carrera científica en 1932, como médico. Insatisfecho con las herramientas de las que disponían los doctores en aquella época, dejó la práctica clínica tras dos años y comenzó a trabajar en investigación en los laboratorios de la Universidad de Buenos Aires. Pasó un año en la Universidad de Cambridge estudiando e investigando bioquímica, hasta volver a Buenos Aires en 1937. En este lugar continuó su investigación en el departamento de fisiología y, eventualmente, empezó a dar clases.
Su investigación se vio interrumpida en 1943 cuando el gobierno argentino fue derrocado por los militares. Bajo la nueva dictadura marcial, miles de académicos fueron despedidos, entre los que se encontraba Bernardo Houssay, el mentor de Leloir. Houssay, quien también recibiría un Nobel más adelante, fue despedido tras firmar una carta de protesta contra los nazis. Leloir se fue del país, y siguió su trabajo en Inglaterra y EE.UU.
Volvió a Buenos Aires en 1947 para convertirse en el director fundador del Instituto de Investigaciónes Bioquímicaes Fundación Campomar, un centro financiado con fondos privados y conocido actualmente como la Fundación Instituto Leloir. Varios centros de este tipo habían comenzado a aparecer en Buenos Aires, a menudo alojados en caserones reconvertidos y coordinados por investigadores que habían tenido que dejar las instituciones públicas.
Allí, Leloir descubrió el mecanismo enzimático que tiene lugar dentro de las células y convierte la galactosa en glucosa, dos azúcares. Su grupo identificó una sustancia clave: el nucleósido uridina difosfato, que se enlaza a las moléculas de azúcar y permite la digestión enzimática para generar energía.
Durante la década de 1950, Leloir y sus colegas estudiaron cómo los azúcares-nucleótido afectan al almacén de energía y el metabolismo de polisacáridos complejos. Su equipo descubrió que la glucosa podía almacenarse en largas cadenas unidas al glicógeno sólo después de formar la uridina-difosfato, un intermedio fundamental. Este y otros descubrimientos sobre el papel de los azúcares en el metabolismo le valieron a Leloir el premio Nobel de química en 1970.
Leloir falleció en 1987, y todavía era un investigador muy activo. En 2001, el Instituto Campomar se rebautizó con su nombre en su honor.
por Ariana Remmel
César Milstein fue un premio Nobel argentino que estudió enzimología e inmunología. Milstein, nacido en 1927, es recordado por su investigación en la producción de anticuerpos.
Al comienzo de su carrera, Milstein hizo contribuciones muy significativas que ayudaron a comprender la cinética y los mecanismos de las reacciones enzimáticas. En 1961, aceptó un puesto como líder de división en el Instituto Nacional de Microbiología de Buenos Aires para continuar su trabajo.
En 1963, Milstein renunció a su cargo por “la persecución de los intelectuales y científicos liberales”. Se trasladó a Cambridge, en Inglaterra, para unirse al laboratorio del químico de proteínas Frederick Sanger, que se convirtió en su mentor y colaborador. Sanger sugirió a Milstein que enfocara su investigación en inmunología.
Milstein se interesó entonces por la diversidad de los anticuerpos: unas proteínas que utilizan las células inmunes para identificar y eliminar agentes patógenos. Pero la dificultad para sintetizar anticuerpos en el laboratorio supuso un gran obstáculo para diseñar experimentos y tratar de revelar los mecanismos de la bioquímica del sistema inmunitario.
Mientras investigaba la relación entre la diversidad de los anticuerpos y su producción, Milstein y su colaborador Georges J.F. Köhler desarrollaron una técnica para fusionar dos líneas celulares, una cancerosa y otra que produce un anticuerpo específico. El resultado fue una línea celular híbrida que crece fácilmente en cultivos celulares y produce anticuerpos monoclonales en grandes cantidades (Nature 1975, DOI: 10.1038/256495a0). Tanto Milstein como Köhler ganaron un tercio del premio Nobel de fisiología (o medicina) en 1984 por este descubrimiento.
La nueva accesibilidad de estas proteínas revolucionó el estudio de la inmunología y la medicina humanas, y Milstein pasó gran parte de su carrera desarrollando nuevas aplicaciones para anticuerpos monoclonales en el laboratorio. Falleció en 2002.
por Rachel Petkewich
C&EN publicó una versión de este perfil el 11 de septiembre de 2006 (en inglés).
Luis Miramontes co-inventó un compuesto utilizado en las pastillas anticonceptivas. Nacido en Tepic, México, Miramontes se graduó en ingeniería química en 1954 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Miramontes empezó su carrera como investigador en química orgánica en el Instituto de Química de la UNAM. Luego trabajó en la compañía farmacéutica Syntex en México D.F., donde trabajó en la síntesis de varios compuestos relacionados con los esteroides.
El 15 de octubre de 1951, Miramontes (que entonces tenía 26 años) sintetizó la noretindrona, un compuesto que se convertiría en el principio activo de la primera píldora anticonceptiva. Juntó con Carl Djerassi y George Rosenkranz, patentó dicho compuesto.
Miramontes continuó su investigación en química e impartió clases en varias universidades mexicanas. Entre sus premios destaca el premio ‘Andrés Manuel del Río’, el más importante en el campo de la química en México. En 2005, la Academia de Ciencias mexicana nominó el trabajo de Miramontes en la píldora anticonceptiva como la contribución más importante de México a la ciencia mundial. Él había fallecido un año antes, en 2004.
por Cheryl Hogue
C&EN publicó una versión de este perfil el 9 de octubre 2020 (en inglés).
Cuando era un niño en México D.F., Mario Molina jugaba con un kit de química. Ya de adulto, compartió el premio Nobel de química de 1995 por su trabajo para comprender la formación y la descomposición del ozono estratosférico.
Su investigación sentó las bases para las negociaciones del Protocolo de Montreal sobre sustancias que dañan la capa de ozono, un documento pionero firmado en 1987 para proteger la atmósfera terrestre.
En 1974, Molina era un investigador post-doctoral bajo la supervisión de F. Sherwood Rowland en la Universidad de California, Irvine, cuando los dos publicaron un artículo revolucionario en Nature (DOI: 10.1038/249810a0). Su hipótesis planteaba que los clorofluorocarbonos (CFCs), unos gases sintéticos que se usaban en refrigerantes y aerosoles, podían dañar la capa de ozono estratosférico, que absorbe una gran parte de la luz ultravioleta del sol y hace posible la vida en la Tierra.
Los fabricantes de aerosoles y varios productores desdeñaron la idea, pero pronto otros químicos confirmaron los resultados y ampliaron el trabajo de Molina y Rowland.
Molina compartió el premio Nobel con Rowland y el químico atmosférico holandés Paul J. Crutzen. Además, Molina recibió la Medalla de la Libertad, otorgada por el presidente de EE.UU., en 2013.
Molina participó en la legislación medioambiental, aconsejando a diferentes líderes mundiales para que pusieran soluciones al cambio climático y trabajaran en políticas para mejorar la calidad del aire en las grandes urbes.
Molina se había doctorado en química física en la Universidad de California, Berkeley, y trabajó en el Laboratorio de Propulsión (JPL) del Instituto Tecnológico de California. También fue profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en la Universidad de California San Diego. En su México natal, fundó el Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos en Energía y Medioambiente.
Molina murió en 2020 con 77 años.
por Ariana Remmel
Hoy, los niños reciben vacunas contra el virus del papiloma humano de forma rutinaria. Este patógeno causa cáncer de cuello de útero y otras enfermedades. Este tratamiento salva millones de vidas, en parte gracias al trabajo de Sarah Stewart, una de las primeras personas en demostrar una relación entre los virus y el cáncer.
Stewart nació en 1905 en Tecalitlán, México, y se mudó a los EE.UU. cuando era una niña. Estudió un máster y un doctorado en microbiología, lo que la llevó a interesarse por los virus y enfermedades humanas.
Por aquel entonces había algunos indicios de que algunos virus podían estar asociados con el crecimiento tumoral. Pero, a mediados del siglo XX la mayor parte de investigadores no creían que mereciera la pena estudiar esa relación. Cuando Stewart envió su primera propuesta para investigar virus causantes de cáncer en 1944, el Instituto Nacional de Salud de los EE.UU. rechazó su petición, alegando que el proyecto no tenía mérito y que una formación en microbiología no era suficiente para liderar una investigación en medicina.
Sin embargo, Stewart era implacable. Aceptó un puesto de profesora en la Universidad de Georgetown, enseñando microbiología en la facultad de medicina. En esos tiempos sólo los hombres podían entrar en las escuelas médicas, pero su categoría docente le permitió asistir a clases. Cuando, por fin le dejaron matricularse oficialmente, Stewart se convirtió en la primera mujer en licenciarse en medicina en Georgetown en 1949.
Con sus dos títulos en mano, Stewart se unió al laboratorio de Bernice Eddy en 1951 en el Instituto Nacional de Salud, y ambos empezaron años de cuidadosos experimentos en busca de virus causantes de cáncer. Finalmente, en 1958, Stewart y Eddy se convirtieron en los primeros científicos en establecer una relación definitiva entre la formación de tumores y un nuevo poliomavirus que bautizaron como SE, de Stewart y Eddy (Proc. Soc. Exp. Biol. Med. 1958, DOI: 10.3181/00379727-98-24205). Sus descubrimientos los situaron entre los fundadores del campo de la oncología vírica.
Stewart recibió dos nominaciones al Nobel, pero sus descubrimientos fueron reconocidos de otras formas. En 1965, el presidente de EE.UU. Lyndon B. Johnson le otorgó el Premio Federal a la Mujer por sus contribuciones a la investigación contra el cáncer. Stewart continuó su investigación en oncología y virus durante toda su vida, hasta que murió de cáncer en 1976.
por Ariana Remmel
La bioquímica mexicana Evangelina Villegas es recordada por sus contribuciones en nutrición y su investigación en cereales, especialmente su trabajo con maíz. Vivió entre 1924 y 2017 y pasó la mayor parte de su vida en su México D.F. natal.
El interés de Villegas en el maíz radica en su gran importancia cultural y económica en México. Interesada por la ciencia desde joven, Villegas recibió un doctorado en química de cereales y cultivos en la Universidad Estatal de Dakota del Norte.
En 1967 se incorporó al Centro Internacional de la Mejora del Maíz y el Trigo, en México, donde también trabajó para combatir la malnutrición. Pronto comenzó a trabajar junto con Surinder Vasal, y juntos decidieron centrase en el maíz, un cultivo fundamental que alimenta a millones de personas en todo el mundo.
A pesar de la importancia de este cultivo, la mayor parte de variedades son bajas en proteínas, especialmente los aminoácidos lisina y triptófano. Sin los lujos de una dieta variada, las personas que subsisten casi exclusivamente a base de maíz (principalmente en África, Asia y Sudamérica) tienen un mayor riesgo de malnutrición y otras enfermedades asociadas. La falta de proteínas es especialmente peligrosa para los niños, a menudo destetados con maíz. Villegas y Vasal esperaban combinar técnicas de bioquímica y cruzado de plantas para diseñar un maíz rico en proteínas con buen sabor y textura, cubriendo una necesidad nutricional básica en las comunidades que dependen de este cereal.
Tras más de una década de trabajo, Villegas y Vasal desarrollaron una variedad conocida como ‘maíz con proteínas de calidad’, o QPM por sus siglas en inglés. El QPM no solo tiene más contenido en proteínas que el maíz convencional, además tiene casi el doble de lisina y triptófano.
Tras no mucho tiempo, el QPM empezó a cultivarse en varias zonas de África, donde demostró su eficacia para mejorar la salud de niños con malnutrición. Desde entonces su uso se ha expandido a otros países en Sudamérica y el sudeste asiático. Villegas y Vasal compartieron el Premio Mundial de Alimentación en el año 2000 por sus contribuciones a la nutrición, convirtiéndose Villegas en la primera mujer en recibir este galardón. Ese mismo Villegas recibió el premio a la Mujer del Año de la Asociación de Mujeres en México. Luego trabajo como consultora para compartir los resultados de su investigación y divulgar las aplicaciones del QPM por todo el mundo.
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