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Misconduct

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El veredicto de culpabilidad de Charles Lieber arroja dudas sobre la Iniciativa China de EE. UU.

Aún quedan preguntas sin responder sobre las acusaciones de seguridad en la investigación académica

by Neil Savage, special to C&EN
January 3, 2022 | A version of this story appeared in Volume 100, Issue 1

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El profesor de química de la Universidad de Harvard, Charles M. Lieber, es culpable de delitos fiscales y de declaraciones falsas en relación con su trabajo en una universidad de China, según determinó un jurado el 21 de diciembre. Muchas personas ya cuestionaban el valor y la dirección de la “Iniciativa China”, el programa del Departamento de Justicia de EE. UU. bajo el cual se investigó a Lieber, y el veredicto no resolvió sus preocupaciones.

Charles Lieber, wearing a surgical mask, walks into court in Boston.
Credit: BRIAN SNYDER/REUTERS/Newscom
Charles Lieber llega al tribunal federal de Boston el 14 de diciembre.

El juicio duró 6 días y las deliberaciones del jurado se extendieron durante menos de tres horas antes de emitir su veredicto. El jurado condenó a Lieber por todos los cargos: dos por presentar declaraciones de impuestos fraudulentas, dos por no revelar una cuenta bancaria en China y dos por hacer declaraciones falsas.

Los cargos se centraban en que Lieber aceptó pagos de la Universidad Tecnológica de Wuhan, supuestamente como parte del Programa de los Mil Talentos de China, para la contratación de expertos científicos, pero no reveló esos pagos a las agencias de financiación estadounidenses ni a la Hacienda pública estadounidense. Cada cargo conlleva una pena máxima de varios años de prisión y una multa de hasta 250.000 dólares. Aún no se ha fijado la sentencia.

Lieber es la primera persona acusada y condenada por un jurado en el marco de la Iniciativa China. Esta iniciativa se puso en marcha bajo el mandato del expresidente Donald J. Trump y del fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, para descubrir amenazas a la seguridad nacional en forma de robo de propiedad intelectual y espionaje económico. Otros investigadores académicos acusados en el marco del programa han llegado a acuerdos con los fiscales y varios casos han sido desestimados. Otros, como los casos contra el ingeniero químico de la Universidad de Kansas Feng “Franklin” Tao y el nanotecnólogo del Instituto Tecnológico de Massachusetts Gang Chen, están pendientes de resolverse. Todos los cargos están relacionados con delitos fiscales o con el incumplimiento de la normativa sobre requisitos de información. En ningún caso se ha acusado a nadie de espionaje.

Los investigadores creen que el veredicto justifica su persecución de Lieber y otros. “Esperamos que profesores como el Dr. Lieber, que tienen el privilegio de formar parte de una investigación financiada por los contribuyentes, sean honestos en sus acciones”, dijo tras el veredicto Philip M. Coyne, agente especial a cargo de la oficina del inspector general del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, en un comunicado emitido por la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos para el Distrito de Massachusetts. “La condena de hoy demuestra el compromiso de la OIG de garantizar que los dólares de los contribuyentes no se malgasten, y que quienes manejan estos fondos sean veraces en sus relaciones con las agencias federales”.

Ni el abogado principal de Lieber, Marc Mukasey, ni Harvard, que puso a Lieber en vacaciones pagadas cuando fue arrestado en 2020, contestaron a nuestra solicitud de respuesta.

Otros cuestionan el valor de dirigir los recursos del gobierno de EE. UU. contra los investigadores académicos, por temor a un posible enfriamiento en las colaboraciones científicas internacionales y la preocupación de que los científicos chinos en EE. UU. sean blanco de ataques por su origen étnico.

Yoel Fink, científico del MIT especializado en materiales, afirma que la Iniciativa China está empleando herramientas —como las leyes de fraude electrónico y la intercepción de correos electrónicos— diseñadas para combatir a los cárteles de la droga, los terroristas y los espías industriales, y las pone en contra de los profesores, desperdiciando recursos que podrían utilizarse para combatir delitos graves. “El público estadounidense debería estar muy preocupado por el uso de estas sofisticadas armas contra los ciudadanos de a pie”, afirma Fink, que organizó una carta firmada por más de 200 profesores del MIT en apoyo de Chen y criticando la iniciativa. Lieber “cometió una serie de errores por los que probablemente deba pagar un precio”, dice Fink, pero cuestiona que la persecución haya sido equilibrada.

George Varghese, socio del bufete de abogados WilmerHale, que fue durante 14 años fiscal adjunto de EE. UU. en Boston, dice que el veredicto era “lo que se esperaba”, dado que Lieber admitió en una entrevista con el FBI—vídeo que los miembros del jurado vieron durante el juicio—que había llevado hasta 20.000 dólares en efectivo volviendo de China y nunca informó de ello. Pero Varghese dice que los cargos en este y otros casos no coinciden con lo que pretendía la Iniciativa China. “Hablaron sobre espionaje, que había espías en los campus universitarios robando investigaciones financiadas por los contribuyentes”, dice. “El gobierno tiene aún que probar la premisa”.

Varghese y otros miembros de su bufete de abogados han cuestionado la credibilidad de la Iniciativa China, señalando en particular siete casos que los jueces desestimaron. Ese número de desestimaciones es “extraordinario”, dice Varghese, dado que los fiscales federales suelen ganar sus casos. También señala que Andrew Lelling, uno de los arquitectos de la iniciativa en su época como fiscal estadounidense de Massachusetts bajo el mandato de Trump y Sessions, comentó recientemente que el proyecto ha perdido el foco y que probablemente debería dejar de perseguir los casos sobre integridad de la investigación.

La condena de Lieber por actividades realizadas entre 2013 y 2015 deja a algunos científicos preocupados por el hecho de que el gobierno federal busque errores pasados, dice Margaret Lewis, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Seton Hall y otra crítica de la iniciativa. A ella le gustaría que el gobierno instituyera un “período de restauración”, en el que los investigadores puedan revelar voluntariamente los vínculos que no habían reportado, sin penalización. Esto permitiría distinguir entre errores inocentes e infracciones deliberadas, y contribuiría a aliviar el enfriamiento de las investigaciones, afirma Lewis. También le gustaría que se cambiara inmediatamente el nombre de la “Iniciativa China” para tranquilizar a los científicos que se sientan atacados por su origen étnico.

Holden Thorp, profesor de química de la Universidad de Washington en San Luis y redactor jefe de la familia de revistas Science, afirma que la persecución federal de los científicos que transfieren sus investigaciones a China ha sido un desperdicio de recursos. “La mayoría de las personas a las que han perseguido han sido personas que estaban realizando colaboraciones científicas honestas e importantes con científicos de China, y eso es algo que necesitamos desesperadamente si queremos que la ciencia avance”, afirma Thorp. “Ningún país puede hacerlo por sí solo, y hay muchos grandes científicos en China con los que necesitamos colaborar”.

Thorp cree que Lieber vio su implicación con China como una oportunidad para hacer avanzar la ciencia y simplemente se involucró demasiado. “Es difícil pensar en una persona más prominente que se haya visto envuelta en algo así”, dice, “es realmente triste”.

Traducido al español por Juan José Sáenz de la Torre para C&EN. La versión original (en inglés) de este artículo está disponible aquí.

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